Juan Mayorga – Dramaturgo
Como crítico, como editor de la revista Primer Acto, como creador del Instituto Internacional del Teatro del Mediterráneo y del Festival Madrid Sur, como insistente agitador, Monleón no ha dejado de pelear para que nuestro teatro sea más culto, más reflexivo, más memorioso. Nos ha presentado a creadores cuya influencia ha sido luego determinante y ha dado visibilidad a creaciones en cuyo valor casi nadie reparaba; ha custodiado la memoria de obras y autores sin cuyo conocimiento no podríamos entender de dónde venimos n quienes somos; ha sido mediador de fértiles alianzas artísticas; ha despertado vocaciones y sostenido otras que se tambaleaban; ha abierto debates decisivos sobre el sentido y las tareas del teatro.
Guillermo Heras – Director teatral
Reflexionar sobre la trayectoria de la revista Primer Acto es algo más que realizar una acción laudatoria sobre un hecho cultural insólito. En un país como España, donde la valoración de la estabilidad, el compromiso con los discursos plurales y la importancia de salvaguardar la memoria, no es práctica habitual, resulta realmente admirable que podamos celebrar el cincuenta aniversario de una aventura editorial que nació en abril de 1957.
José Sanchis Sinisterra – Director teatral
Quizás hoy, para algunos, esa impresionante tarea vertebradora de Primer Acto sólo sea, en el mejor de los casos, una página importante de la historia del teatro español contemporáneo, permeable ahora a innumerables flujos de información, intercambios y modas. Para otros, en cambio –entre los que me cuento–, la labor incansable de Monleón y sus sucesivos, encomiables equipos, aglutinados tercamente en torno a esa entrañable revista, sigue siendo un ariete imprescindible en la renovación moral y artística de nuestra vida escénica, amenazada por nuevos y más tentadores riesgos de banalidad.
Rodolf Sirera – Dramaturgo
Gracias a Primer Acto se dio a conocer en nuestro país la obra de autores que ya eran en aquel momento, o lo han sido con el transcurso de los años, piezas fundamentales de la dramaturgia contemporánea: una simple ojeada a los fondos de la colección genera, aún hoy, una sensación de asombro y plenitud, semejante a la que podríamos percibir al entrar en la mejor biblioteca especializada. Y no sólo textos: gracias a Primer Acto se tomó contacto con otras realidades escénicas, con otras maneras de entender la praxis teatral y se abrió la puerta a otras sensibilidades, a la vez que se facilitaba a los profesionales un espacio de libertad y de debate, hasta entonces desconocido. Primer Acto fue también un eficaz instrumento de aproximación a la realidad teatral latinoamericana, ámbito de actuación y de intercambio que se ha visto ampliado en los últimos años, con la incorporación de la revista a las actividades del IITM.
Josep M. Benet i Jornet – Dramaturgo
Pero, de pronto, como un rayo caído del cielo sobre nuestras cabezas, y no exagero, apareció la revista Primer Acto. Leí por primera vez el nombre de Beckett en esa revista. Leí el nombre de Brecht en esa revista. Y los pocos esquemas escénicos que rondaban por mi cabeza se rompían en mil pedazos y daban paso a dudas, a nuevas convicciones… Primer Acto fue para nosotros, de pronto, lo más parecido a una guía teatral rigurosa, valiente, atrevidamente crítica, aunque en los tiempos que corrían eso podía pagarse muy caro. Y a pesar de los peligros constantes, la revista fue creciendo, acogiendo en las 64 páginas de letra minúscula para aprovechar el espacio que tuvo durante muchos años, cualquier viento que abriera puertas innovadoras al mundo de la dramaturgia, mundial, y atenta siempre a las experiencias renovadoras que iban surgiendo en las Españas.